Hace 98 años, San Telmo debió abandonar su cancha primitiva en Azopardo y Garay.

 



El año 1926 terminó siendo uno de los más difíciles en la historia del club. La posibilidad de llegar a la máxima categoría quedó trunca una vez más al perder la final contra Honor y Patria de Bernal, encadenando una frustración deportiva que venía del año anterior con la pérdida de otra final, pero ante Talleres de Remedios de Escalada. Más allá de meros resultados deportivos, lo que azotó a San Telmo con todas sus fuerzas fue la pérdida de su cancha en Azopardo y Garay, lugar donde había jugado durante un lapso de veinte años.

Existen dos versiones al respecto. La primera: una donación de las tierras mal hecha, solo de palabra pero sin papeles firmados. Al fallecer el titular del predio, sus herederos solicitaron el desalojo de San Telmo para la venta del predio. La otra, contada por Carmelo Simone, quien conoció esa cancha cuando niño y luego fue dirigente posteriormente a la Refundación, aseguró que a San Telmo lo desalojaron de ese lugar porque se iba a construir un anexo del Hospital Argerich, algo que jamás aconteció.

No existe mucha información fehaciente al respecto, ha pasado casi un siglo y reconstruir aquella historia resulta muy complicado y debemos basarnos en estos pocos testimonios, igualmente, de mucho valor.

Lo cierto es que San Telmo dejó un pedazo grande de su historia en ese lugar, donde en la actualidad está la Iglesia Sueca, muy cerca del Diario Crónica. Cada día que pasamos caminando por allí inexorablemente jugamos con la imaginación y fantaseamos con esa cancha, sus barandas de madera, la casilla que fue vestuario, las camisetas azules y celestes y la gente gritando por San Telmo!

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