Recuperando Historias. Nota a Carlos Francisco Camejo, Héroe 1975.
Carlos Francisco Camejo, el "Perro" o "Milpulmones", verdadera leyenda de la historia de San Telmo, integrante del mediocampo más famoso del Candombero: Camejo, Rilo y Coronel, el del equipo que alcanzó la gloria del ascenso a Primera en 1975, el mismo medio que le ganó a Boca en 1976. Debutó a los 18 años en un partido que San Telmo le ganó a Excursionistas en la Isla Maciel, en el que reemplazó en el segundo tiempo a Juan Carlos Czentoricky. Permanece en el cuadro de honor entre los jugadores con más presencias en la historia del club. Sus números con la camiseta azul celeste son imponentes: 208 partidos jugados, 9 goles. Fue campeón en Cuarta División en 1968 e integró otro San Telmo campeón, el de 1969, un gran equipo que coqueteó con el fútbol de los domingos. Un dato más: es el jugador con más presencias del Candombero en Primera "A".
A 45 años del ascenso a Primera División, a manera de reconocimiento de parte del todo el Club Atlético San Telmo, recibió una réplica de la camiseta del épico partido contra Lanús en 1975 y una medalla por dicho acontecimiento. En un inolvidable mano a mano conocimos un poco más de su historia y aquí la compartimos:
"Nací en Lanús el 3 de agosto de 1951, pero cuando tenía seis años mis padres se mudaron a Claypole donde pusieron un almacén. Frente a la casa había una cancha de fútbol donde pasaba horas jugando. Desde chico mi papá me enseñó a patear con la pierna izquierda, no me dejaba hacerlo con la derecha y eso me ayudó mucho en mi carrera. Aún siendo derecho, la mayoría de los goles que hice fueron con pierna izquierda".
"Tenía apenas doce años cuando pisé por primera vez la Isla Maciel. Nosotros éramos un grupo de casi veinte chicos que desde Claypole nos fuimos a probar a San Telmo y quedamos casi todos. Viajábamos en tren y en la Estación Avellaneda, cuando bajábamos todos, el vagón quedaba casi vacío y de ahí nos íbamos para la cancha.de San Telmo".
"Hacer todas las inferiores en San Telmo fue una experiencia maravillosa, a quienes vivimos esa etapa nos dio un sentido de pertenencia increíble. De todo ese grupo solo tuvimos la suerte de llegar a Primera, Pedro Coronel -éramos casi vecinos- y yo. Muchas veces el fútbol es injusto. Teníamos un compañero que la rompía toda, Juárez, un número cinco excepcional que la gente venía a ver por las grandes condiciones que tenía y sin embargo, por esas cosas de la vida, quedó en el camino".
"En 1968 integré el equipo campeón de Cuarta División y al poco tiempo el húngaro Elmer Banki me subió al plantel superior por eso tuve la dicha de integrar aquel gran equipo de 1969 que tan cerca estuvo de ascender a Primera".
"Tengo el gran orgullo de haber partícipado de todo el ciclo de Eduardo Janín como técnico de San Telmo. Cada campeonato que jugábamos nos íbamos consolidando, nos empezamos a dar cuenta que podíamos hacer realidad nuestro sueño. Se mantenía la base del equipo y Eduardo fue incorporando hombres de experiencia en la divisional en puestos puntuales y eso nos hizo un equipo fuerte".
"El vestuario se hizo fuerte y eso nos convirtió en un grupo indestructible. Cada uno sabía perfectamente lo que tenía que hacer dentro de la cancha. Acá no había figuras. Todos hablaban de lo bien que jugaba Coronel, pero porque Coronel hacía lo que sabía y cumplía una función dentro del campo, y cada uno de nosotros hacía lo mismo, por ahí sin lucir, pero igual de importante. Si el resto del equipo no se plantaba, no peleaba y no recuperaba la pelota, a Coronel no le iba a llegar nunca. Por eso cada integrante del plantel fue muy importante y teníamos una mentalidad ganadora impresionante. Sabíamos bien que si nos poníamos en ventaja, el partido era nuestro. La personalidad de ese grupo fue la clave de todo".
"¿Cómo no íbamos a ascender a Primera? Teníamos a un Saraví que te derrumbaba una pared con la cabeza; a un "Chato" Ramírez muy voluntarioso, guapo, el delantero que más le pegó a los defensores rivales porque sabía usar bien los dos codos, saltaba a cabecear de una manera espectacular. El gol de cabeza que le hace a Lanús es increíble la manera que arqueó el cuerpo y los dejó ahí abajo a sus marcadores. Fue un jugador muy importante para nosotros, por eso nos sorprendió mucho como grupo que no se haya quedado para jugar en Primera, porque estaba muy integrado. Rilo, Sarmiento, el "Negro" Ruiz, Pisapia, Lichene que se sumó ese año. Roberto Minutti, un tipo que nunca se embarraba en la cancha pero que siempre llegaba a cortar con la puntita del botín, un tiempista, su experiencia resultó fundamental".
"Quedó en el ambiente futbolero que el partido más importante que nos llevó al ascenso fue contra Lanús, pero yo considero que el más importante fue el primero del hexagonal final, contra Sarmiento, porque perdíamos y lo empatamos sobre el final. Tuvimos la suerte que en esa primera fecha empatamos todos y ahí nos dijimos: tiene que ser nuestro. Nos miramos a la cara y sabíamos que ningún rival era más que San Telmo".
"A Central Córdoba y Almirante Brown les ganamos bien, con aplomo, sin discusiones. Después sí, vino Lanús, el partido más caliente, porque ellos eran una fija para ascender, tenían apoyo por todos lados y sin embargo hicimos un partido estratégicamente perfecto. Después del golazo del "Chato" Ramírez, le manejamos la mitad de la cancha, les impedimos crecer. Ese día mi función era marcar a Lodico, y Lodico no la tocó. Yo le robé cincuenta pelotas".
"Cada uno hizo su trabajo y lo logramos entre todos. La tarde del ascenso contra Platense, se venía una marea de hinchas al campo de juego para sacarnos todo y yo logré correr hasta el alambrado y darle mi camiseta a mi esposa. A la semana siguiente cumplí con mi promesa: se la ofrendé a la Virgen de Luján como agradecimiento por habernos ayudado a cumplir el sueño de ascender a Primera División".
"¿Qué clase de jugador fui? Fui un jugador con una intuición para la marca terrible que sabía manejar bien las dos piernas. Muy, muy fuerte física y anímicamente, con mucha inteligencia con respecto a cómo manejar la cancha. Sabía perfectamente la posición de mis compañeros en el campo. No era que tenía que ir buscando mi espacio, yo tenía un panorama de la cancha perfecto. Era muy defensivo cuando el partido así lo requería. Llegué a jugar de "5" y hasta Banki me llegó a utilizar de "6". Conocía bien todo ese espacio, pero también llegaba mucho al arco rival, por eso convertí varios goles siendo un volante defensivo y encima fueron golazos. Yo estoy muy conforme con lo mío, con lo que hice en mi carrera. Mi principal virtud fue la entrega total. Una revista me puso "mil pulmones", porque la verdad es que no me cansaba nunca, jamás. Si en esa época me decías que teníamos que ir a un alargue, vamos a un alargue, ¿qué problema hay?, podía jugar media hora más, una hora más, siempre estaba preparado".
"Tuve una virtud que me acompañó durante toda mi carrera: cuando iba a trabar lo hacía convencido que ganaba yo. Era parte de mi juego, mi "adn", de mi función dentro de la cancha. Jugando contra Estudiantes de La Plata, fui a trabar con Carlos Pachamé y fui tan fuerte que se escuchó el ruido de la pelota".
"Cuando jugamos contra River en cancha de Ferro, el técnico de ellos era Angel Amadeo Labruna y desde el banco me gritó... "¡ehhhh, pará flaco!" La jugada fue así: el "Polaco" Wenner me gira una pelota con la mano para la derecha y el que venía con todo era "Mostaza" Merlo y yo lo veía venir, venía tocando pito, lo medí y cuando parecía que llegaba él primero, yo le toco la pelota por encima de su cuerpo, sale para el costado y Merlo se da de frente como contra un camión con Victorio Nicolás Coco. Quedaron los dos tirados en el suelo...".
"Por la posición que ocupaba en la cancha y la posibilidad permanente de ir al roce, me expulsaron muy pocas veces porque siempre fue fuerte pero leal. Hay una expulsión que me quedó grabada, porque que fue la única vez que la hinchada me puteó. En el año 1974, contra Lanús en la Isla. En una jugada en mitad de cancha hubo un cruce verbal con Hugo Zerr, el "10" de ellos, y de manera repentina, Zerr se dio vuelta y me escupió toda la cara. Me sacó, me enceguecí como nunca me había pasado y a la jugada siguiente lo fui a buscar, le metí un codazo que fue penal, expulsión mía, gol de ellos y derrota. Me salió todo mal ese día. Pero fue un apredizaje".
"En ese año (1974) el que la rompió toda fue el "Puma" Cioffi, un delantero con una fuerza impresionante, pero recuerdo muy bien una cosa: antes ser reconocido, la gente que iba a la platea se reía de él, por su forma algo tosca de jugar. El, en el vestuario, nos decía que esos que se reían lo iban a terminar aplaudiendo. Cioffi tuvo su premio por la perseverancia y la constancia que puso en cada entrenamiento, en cada partido. Se convirtió en goleador y en un jugador importantísimo para el equipo, fue ídolo y se ganó la transferencia a España".
"En esa época nuestro "gimnasio" eran las tribunas de la cancha. Subíamos los tablones a "caballito" para fortalecer las piernas. Jugábamos a un "loco" en la mitad de la cancha, "picados" atrás del arco (estacionamiento), hacíamos fútbol una vez por semana, estábamos muy bien y muy fuertes físicamente".
"Me tocó convertir el gol del empate ante Boca, el día que le ganamos 3-1 en la chancha de Huracán. Fue un córner desde la derecha, rechazó Mouzo, yo estaba en posición de "ocho", la pelota me vino justo y como vino le pegué, cuando salió ya grité gol, por la violencia del remate y porque había tomado la altura perfecta, se metió en el ángulo superior izquierdo de Gatti. Un golazo terrible que sirvió para lograr un triunfo impresionante en la historia de San Telmo, después con los goles de Pedro y Pisapia".
"Creo que lo que nos faltó en 1976 para poder mantenernos fueron refuerzos de nivel que jerarquicen el equipo, la mayoría de los refuerzos que vinieron eran suplentes y eso lo pagamos, más allá de que a San Telmo lo bombearon durante todo el año de una manera asquerosa. Una tarde me citaron a una reunión de jugadores de varios equipos en un hotel y ahí me agarró Horacio Magalhaes, de Racing, y me dijo "mirá que esto es así, está determinado que el que se va es San Telmo"... Y fue así. Nosotros no fuimos el equipo que menos puntos sacó y nos fuimos al descenso".
"En la cancha de Boca el árbitro (Derval Parenti) nos cobró un penal increíble por una mano de Minutti pero que fue claramente medio metro afuera del área, nadie lo podía creer y esas situaciones te van quitando posibilidades".
"Lo del árbitro Busca en la cancha de Huracán fue lo peor que viví como jugador de fútbol, las razones de las seis expulsiones no tuvieron lógica, un hombre enceguecido que perdió el control con la clara intención de perjudicarnos. Esa tarde hice un golazo desde fuera del área, ganábamos uno a cero y le estábamos sacando el invicto a Huracán. De pronto nos empezamos a mirar incrédulos sin entender lo que estaba sucediendo. Busca empezó a mostrar tarjetas rojas. Yo fui el tercer jugador expulsado. Me echó porque la pelota se había ido al lateral y la hice rebotar contra la pared, atrás mío se fue Sarmiento. Una cosa jamás vista en el fútbol. Dos penales en contra. Echó a nuestro arquero y recién Huracán nos lo dio vuelta cuando solo quedaban cinco jugadores nuestros en el campo y con Pisapia de arquero improvisado. Una situación insólita pero real".
"En Primera División, futbolísticamente el único equipo que nos pasó por encima fue River Plate. Después hicimos un muy correcto papel con nuestras armas y posibilidades".
"En 1977 me fui un año a préstamo a Independiente Medellín (Colombia). Regresé y jugué un año más en San Telmo (1978) y como premio a la trayectoria los dirigentes me dieron el pase libre. Ahí Eduardo Janín me levó a Almagro (1979). Después me vinieron a buscar de Almirante Brown (1980) pero ya por entonces me había recibido de médico, tenía dos trabajos y me cruzaba de una punta a la otra para ir a entrenar. Un día sufrí un accidente de tránsito en el que salvé mi vida de milagro y cuando llegué a casa le dije a mi esposa: se terminó, no juego más al fútbol".
"Tuve un regreso a San Telmo como médico del plantel en 1983 y también ejercí tal profesión en Banfield durante tres años. En 1987, justo el día que Banfield le ganó la final a Belgrano de Córdoba y ascendió a Primera División, a mi me tocó salir como "DT" del equipo porque a D´Angelo (el entrenador) había sufrido un pico de stress. Después decidí alejarme del fútbol porque los viajes y concentraciones demandan mucho tiempo y no podía cumplir con mis obligaciones en el hospital y en mi consultorio que tengo en Burzaco".
"Yo agradezco infinitamente este reconocimiento. A San Telmo le debo parte de mi vida. Me dio la satisfacción de lograr mi objetivo que era jugar al fútbol. Lograr jugar en Primera División, poder jugar contra equipos de primer nivel, en una época hermosa, con equipos llenos de cracs, de jugadores de muchísima trayectoria. San Telmo ha sido el amor deportivo mío y lo va a seguir siendo de por vida. Soy un agradecido al club. Les deseo lo mejor a los actuales jugadores, a los actuales dirigentes y a los hinchas por haberme realizado este reconocimiento que significa una caricia en un momento tan difícil que estamos viviendo. Les voy a estar eternamente agradecido, mis saludos y vamos Telmo todavía!".
Muchas gracias, Carlos!Nota realizada por Adrián Navarro (Socio Nº 388) y Adrián Bevilacqua (Socio Nº 356).
Gracias por este hermosos reconocimiento a mí papá!
ResponderEliminarMARICRUZ? Sos vos?
EliminarGRANDE PERRO UN JUGADORAZO
ResponderEliminarCarlos camejo vecino mío salió del barrio Santa Clara de claypole cuna de varios jugadores de primera!
ResponderEliminarCarlos, gran amigo, jamás te olvidaré. Abrazo.
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