Placa con la que AFA premió a San Telmo por su ascenso en 1949 (luego denegado por reestructuración)

 

70 años tiene esta placa de bronce que la Asociación del Fútbol Argentino le obsequiara al Club Atlético San Telmo por haberse adjudicado el título de campeón de Tercera de Ascenso en 1949 tras haberle ganado la serie desempate a Justo José de Urquiza, y por ende, haber logrado el ascenso a Primera "B" en su 7º participación oficial luego de la refundación y posterior afiliación (1943). Pero todo ese sueño no terminaría de la mejor manera. Aquel 24 de diciembre de 1949, los Candomberos dieron rienda suelta a toda su algarabía dando la vuelta olímpica en la cancha de Ferro después de empatar sin goles ante Jota Jota, pues el partido de ida había sido con victoria azul celeste por 3-1 en campo de Atlanta. Durante los primeros días del año 1950, ciertos rumores empezaron a opacar toda esa alegría hasta que finalmente una "reestructuración" le quitó a San Telmo el derecho que había ganado en la cancha de ascender a Primera "B". [Ampliar...]

La historia la cuenta Horacio Simone en la página 66 de su obra "Historia del Club A. San Telmo -Fútbol - Tomo I", con mejores detalles.

1949 nos había visto campeones por priemra vez y se festejó con gran entusiasmo el ascenso a Primera "B". Lejos se estaba de imaginar en aquel sábado 24 de diciembre que la alegría se vería empañada y trocada en mueca de descreimiento por un sólo hombre: Valentín Suárez. El nefasto personaje a que hacíamos referencia en el título ("Un nefasto personaje nos despoja de la categoría legítimamente adquirida"), no es otro que él, "veterano dirigente" que cometería un sinfín de desatinos (por supuesto con la anuencia de los mandamás de Primera División) para sumir en el desconcierto las divisiones de ascenso.

Intentaremos aquí resumir los meses del verano de año 1950, prólogo de la "famosa" reestructuración del fútbol, que sanearía "de una vez por todas" los males del vapuleado deporte merced a una integración "más racional" de los recursos de que se dispone, para atraer a las canchas al público "que se aleja cada día más". Estas palabras, que seguramente quien esto lee habrá oído un sinnúmero de veces, ya se pronunciaban en 1950; nada importaba la competencia, los resultados logrados en los campos de juego; todo se digitaba en las oficinas de la AFA con buenos cafés de por medio (que pagaban con las recaudaciones de esos hinchas a quienes luego defraudaban), ascensos y descensos se manejaban con absoluto desparpajo, siempre bajo los "sagrados intereses" de los clubes de primera a quienes solo interesaba aumentar o disminuir el número de clubes en esa división según fuera buen o mal negocio y para paliar los desastres que provocaban en sus instituciones con el desastroso manejo que hacían de sus finanzas.

Pero así eran las cosas en aquella época y quienes intentaban jugar fútbol profesional debían bailar al mismo compás. Apenas finalizado el partido de vuelta del desempate por el primer puesto del campeonato de Tercera de Ascenso, Justo José de Urquiza presentó ante la Mesa Directiva de la AFA una protesta por supuesta indebida inclusión de un jugador en nuestro equipo. La misma sólo fue tratada el día 1º de marzo de 1950, es decir dos meses y medio después de presentada, siendo rechazada, por lo que se confirmaba a San Telmo en Primera "B". Sin embargo los dirigentes se habían cuidado muy bien de proclamar a San Telmo campeón de Tercera, pues durante todo el mes de febrero se sucedieron las reuniones para "concretar" la reestructuración.

Había que encontrar una buena excusa para poder remodelar a su antojo las categorías de ascenso, y el señor Valentín Suárez con la desfachatez que lo caracterizaba la halló rápidamente: los estadios de los clubes participantes. Solo dos canchas estaban dentro de los lineamientos exigidos por la AFA para actuar en Primera "B": las de Talleres de Remedios de Escalada y Unión de Santa Fe. En consecuencia debían descender todos, lo cual no era posible. Se apeló entonces a un cinismo mayor: para otorgar la categoría a cada club se "tendrá en cuenta la ubicación de los estadios, la potencialidad económica, el capital social y el poderío institucional" de cada institución. Podríamos extendernos morosamente sobre este punto pero sabemos que quien esto lee no necesita mayores explicaciones: era el "tongo" oficializado.

En 1949 la Primera "B" estaba formada por 21 clubes participantes, de ellos obtuvo el ascenso a Primera Quilmes y descendía, por menor cantidad de puntos Excursionistas. Esos lugares debían ser ocupados por Lanús (descendido también por una absurda decisión de AFA porque en el desempate con Huracán éste "no podía descender, pues era un grande") y San Telmo. Sin embargo el miércoles 15 de febrero de 1950 se consuma el despojo y la Mesa Directiva de la AFA  resuelve que a partir de ese año serán dos los teams que desciendan de Primera y que sean 12 los equipos que conformen la "B" siendo descendidos los nueve restantes a una nueva divisional, la "Segunda de ascenso". Y San Telmo?? Claro, tenía el derecho a jugar en Primera "B" porque el torneo del que había participado -y ganado- lo habilitaba para ello, pero (y siempre lo hay) no tenía su cancha en condiciones. Entonces: a jugar en "Segunda".

Pero nuestro caso no sería el más grotesco, pues la discriminación  llegó aún más alla. Si analizamos la posición lograda por esos nueve "descendidos" veremos que Central Córdoba, Tiro Federal y Argentino de Rosario se ubicaron 7º, 10º y 11º respectivamente, con el handicap que da el hecho de los viajes quincenales. All Boys fue noveno, Defensores de Belgrano undécimo, Estudiantes decimoquinto, seguido por Barracas Central, quedando anteúltimo Colegiales. Poco importó que Témperley, que solo logró 32 de los 80 puntos en disputa estuviera un punto atrás: los de Munro se fueron y los "celestes" quedaron. Con los equipos rosarinos se llegó al extremo de que los clubes rosarinos de Primera División votaron a favor de esa resolución que los condenaba a descender, lo que produjo que en un principio se negaran a integrar la Segunda, pero luego fueron convencidos -quién sabe con qué argumentos- y el torneo quedó dispuesto.

Sólo había entonces diez participantes, tres de ellos de Rosario, lo que configuraba un certamen reiterativo, costoso por los traslados y falto de todo interés.

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